es una página blanca llena de vacío: una escultura viajera que puede abrirse, revelando un manifiesto que puede cambiar de cada vez. un material dúctil y maleable en el que leer nuestra relación con la luz descubriéndola entre las superficies, sombras, pliegues, mirando en el corazón del resplandor reflejado de una bombilla.
il manifesto scultura, 2001
2001
cm 70 x 100
papel